lunes, 19 de noviembre de 2012

Cómo enfrento mi lista de tareas.



Uno de los problemas que ya tenía de antes y que se agudizó cuando comencé a anotarlo todo en mi lista de tareas era que, mientras estaba haciendo algo, mi mente andaba siempre pensando en todo lo demás que podría estar haciendo en ese momento. Si estaba lavando, sufría por todo lo que podría estar estudiando o leyendo, y si por el contrario, estaba leyendo mi mente se dispersaba pensando en todo lo que me quedaba por lavar… El dejar la realización de cada cosa al azar y hacerlas a medida que se me iban ocurriendo, tampoco ayudaba mucho. 

Hube de inventarme un plan para enfrentar mi lista de tareas, basado en lo que he leído por ahí y lo que he aprendido viendo a otros trabajar, para intentar conseguir así rebajar un poco el estrés y el cansancio que esto me ocasiona. No hace ni un mes que he logrado ver concretamente este plan. De hecho, cuando comencé este blog no tenía nada claro aún. Creo que el haberme decidido a investigar seriamente sobre mi modo de vida (y escribirlo aquí) es lo que me ha llevado a entender qué es lo que debo hacer.

En cuanto al plan, llevo unos quince días ya poniéndolo en práctica y, por prueba y error, lo he ido refinando hasta encontrar lo que mejor me funciona por ahora. Claro que aun está lejos de ser un producto terminado. Esto es lo que tengo claro e intento aplicar hasta este momento:

1. Abrir un calendario/planificador semanal, seleccionar de mi lista de tareas las más importantes que quería realizar cada día (no más de dos o tres por jornada) y anotarlas en este calendario. Esto no incluye las tareas cotidianas, las que sé que debo hacer y para las que no necesito recordatorio alguno.

2. Dividir mi jornada en grandes bloques de tiempo más o menos flexibles y establecer qué tipo de tareas acometer en cada bloque. Por ejemplo, en cuanto me despierto en la mañana con la cabeza fresca es mi mejor momento para el trabajo intelectual: leer, estudiar… Luego, toca cocinar, comer, y dar un paseo o dormir una siesta. En la tarde, me dedico más al trabajo físico: las labores domésticas, las compras, la sesión de ejercicios… A veces es necesario invertir los horarios, extenderlos o acortarlos de manera que no me sienta presionada. Lo importante es que haya un espacio para cada cosa en el día. 

3. Cuando llega cada uno de estos momentos, comienzo mis actividades por las tareas más importantes (*) de cada sesión, intercalando alguna de las tareas de mi lista. Mi plan para una sesión de trabajo intelectual actualmente (aunque no siempre lo consigo) resulta más o menos así:
  • Estudiar* (entre 1 y 1½ horas)
  • Leer los correos importantes y responder si hay algo urgente.
  • Escribir* o hacer algo creativo (1 hora)
  • Responder correos si hay o hacer algo de la lista.
  • Leer* (1 ó 1½ horas)
  • Si queda tiempo, terminar de responder/leer correos, hacer algo más de mi lista o divagar un rato por Internet.
Los trucos para que esto funcione son sencillos y parece mentira que haya tardado años en darme cuenta:
  • Cada tarea tiene su momento: Mientras estoy en una sesión, evitar pensar en lo que tengo que hacer en la siguiente. O sea, si estoy en el trabajo intelectual, evito preocuparme por todo lo que tengo que hacer en la casa, y viceversa.
  • “Baste a cada día su afán”: Si me queda algo para el día siguiente, no preocuparme por ello hasta que no llegue el día siguiente.
  • Ser flexible y dejar en cada día espacio para la espontaneidad del vivir. - Aceptar que no siempre las cosas salen como uno planea, y que esto asimismo es hermoso.
  • Celebrar al final del día los logros conseguidos.
Gracias a esto, he podido retomar mis estudios y estar más en paz con mi conciencia. Llego a la noche viendo por escrito que he hecho lo que me era posible durante mi jornada, y que esto ha sido de alguna manera productivo. La verdad es que no siempre consigo llevar a cabo mi plan, pero lo intento cada día. ¡Hasta duermo mejor!

Hubiera dado un tesoro por tener algo como esto cuando trabajaba fuera de casa, y sufría cada día por tener que estar “encerrada” en aquella oficina y no haciendo otras cosas que me gustaban más.

Elena

5 comentarios:

  1. No hay como planificar el día :) yo recuerdo haberlo hecho desde mi época de estudiante, tal como dice Eclesiastés "Todo tiene su tiempo", me alegra que estés encontrando las soluciones a tus necesidades.
    Besos!

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  2. Poco a poco lo voy consiguiendo, Miriam, unos días mejor que otros.
    El Eclesiastés es un libro muy interesante. Debo volver a él.
    Gracias por seguir leyéndome!
    Besos!

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    Respuestas
    1. No sé tú, pero mi estado de ánimo hace que me sienta más satisfecha con lo que hago, unos días más que otros.
      El Eclesiastés es sabiduría :) no dejes de leerlo.
      Siempre estaré acá, aunque sea unos días atrasada.
      Besos!

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    2. El estado de animo, las hormonas, el clima, el estado corporal... Todo me influye!:)
      Besos!

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    3. No eres la única, a mí también!

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"Sólo vivir no es suficiente...
uno necesita un poco de sol,
de libertad,
y alguna pequeña flor"

Hans Christian Andersen
 
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